domingo, 28 de diciembre de 2014

EL PARADIGMA DE FERRAN ADRIA EN LA COCINA



UN NUEVO PARADIGMA PARA LA GASTRONOMÍA DEL MUNDO
Martha Gabriela Bayardo Ramírez

Por diversos factores resulta sugestiva la figura del cocinero Ferran Adrià, evidentemente convergen claros y obscuros que dan por resultado una imagen pública de un cocinero como quizás nunca antes se había visto, pero más allá de todos los intrincados elementos de esta imagen, es fundamental preguntarse ¿Qué debemos imitarle a Adrià? Evidentemente la respuesta es formulada por cada uno desde nuestras inquietudes e interés profesionales; pero existen hechos, que nos competen a todos de manera generalizada en términos gremiales.
En virtud de lo anterior, se observa que se comenzó a fraguar a mediados de la década de 1990 un nuevo estilo de culinaria imaginada por Ferran Adrià. Hoy, este insipiente estilo está plenamente consolidado como un modelo gastronómico.[1]
Pero, existe un elemento que es contundente en dicha consolidación; nos referimos a la constitución de una estructura que da soporte a un cuerpo de conocimientos filosóficos y teóricos que podemos o no compartir –finalmente todas las ideas son cuestionables, a diferencia de la fe- pero más allá de estos criterios personales, sería lamentable quedarnos solamente con la figura y dejar pasar la estructura que crea el soporte para el contenido de este modelo gastronómico.
Cabe señalar que un modelo se constituye a partir de fundamentos teóricos que permiten el desarrollo de metodologías, actitudes,[2] técnicas,[3] habilidades,[4] aptitudes[5] o lo que hoy bien llaman competencias[6] -que bien cabe decir, con respecto a las que se refiere al modelo de Adrià, que éstas han logrado modificar la concepción de la tarea de un cocinero moderno, del servicio de restauración y la innovación del uso de tecnología y químicos en los restaurantes-.
Esta estructura permite la construcción de una línea ética y estética que aseveran ciertas prácticas culinarias basadas en técnicas y tecnologías innovadoras para nuestro ámbito. En su cuerpo filosófico destaca la creatividad o ruptura con la línea tradicional de la cocina practicada hasta el momento, apoyado en el trabajo en equipo y el intercambio de información de manera multidisciplinaria.
También, ha logrado estimular una reflexión excitante sobre lo que hoy día nos ocupa a las nuevas generaciones del ámbito de la gastronomía, sobre todo en términos de la restauración.
          El bien que se afirma en dicho modelo gastronómico, es que todas las formas de establecer el conocimiento a través de los recursos subjetivos de los individuos como la intuición, la imaginación, la inspiración, la creatividad, no están en contra del conocimiento concreto o duro de las ciencias, ya que al parecer la conjugación de dichas fuentes de conocimiento aparentemente polares, permite que se logré “maridar” una forma concreta que enriquece las tareas que nos competen. En resumidas cuentas, para innovar se debe forjar previamente un cierto nivel de saberes.
          La importancia de definir la estructura que permite articular el fondo y el contenido, es con el interés de aseverar que se puede o no estar de acuerdo con dicho modelo, pero dejar pasar la consolidación de este orden de conocimientos que permite la construcción de un modelo sería lamentable, sobre todo cuando se observa la fuerza contundente que tiene la nueva concepción de la cocina de Ferran y sus seguidores y todo lo que tenemos por hacer por nuestra gastronomía mexicana.
          La invitación más provocativa del modelo de Ferran Adrià en lo individual, es sin dunda establecer un orden de nuestra postura personal sobre los criterios en los que creemos y practicamos al dirigir la percepción del comensal en su experiencia gastronómica dentro de la restauración.
          Usar o no un sifón dentro de la cocina o poner brotes o no en un plato no tienen ninguna trascendencia, lo que realmente es sustancial es definir con honestidad qué es lo que nos mueve o desde donde decidimos hacer o no ciertas acciones.
          Llegado a este punto es posible preguntarse ¿Qué pasaría si todo el bagaje de la cocina de México se ordenará y se hiciera una proyección se ésta, exaltando no solamente la figura de un cocinero en concreto, sino el alma o el espíritu de un país dueño de su propia interpretación y tropicalización del intercambio con otras culturas del mundo? ¿Qué pasaría si nuestra culinaria logrará consolidarse ante nosotros mismos como un modelo gastronómico y se proyectará con la claridad de sus afirmaciones frente al mundo?
          Evidentemente las respuesta no están dadas y falta mucho por hacer al respecto, inicialmente se tendría que ordenar con algún sentido nuestra culinaria e integrar lo que ya se ha hecho de manera multidisciplinaria sobre nuestra gastronomía. 
En definitiva, al parecer lo más valioso de una aportación es aquello que nos permite continuar con la evolución humana y hoy día la gastronomía concreta un modelo sólido, se esté o no de acurdo con lo que plantea, tanto en su forma como en el contenido, por tal, se considera que reproducir sus formas sin su contexto sería perder de vista aquello que le permitió ser un referente e impactar en la conciencia de las nuevas generaciones de gastrónomos.  
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Bibliografía:
Andrews, Colman, Reinventar la cocina, Ferran Adrià un viaje incesante por la gastronomía, Phaidon, Inglaterra, 2011.

Cítanos:
Bayardo Ramírez, Martha Gabriela, “Un nuevo paradigma para la gastronomía del mundo”, Sobre los fogones de México, Distrito Federal, 2014, < http://ungranodefrijolymaiz.blogspot.mx/>


[1] Es un modelo gastronómico y no solamente culinario, ya que sus formas permearon otros espacios de dicho ámbito por ejemplo: el servicio en el restaurante (ya que fue el primer restaurante con tres estrellas que eliminó la carta por lo menos en elBulli, y creo un menú conformado por un cóctel, snacks, tapas, acantpostres, postres y, finalmente morhings). La mesa se presentaba sin cubiertos tradicionales, ya que cada preparación requería un protocolo de presentación y de instrumentos especiales para su consumo. Andrews, Colman, Reinventar la cocina, Ferran Adrià un viaje incesante por la gastronomía, Phaidon, Inglaterra, 2011, p.p. 58-60.
[2] El primordial componente que debe ser analizado en un modelo gastronómico, es la actitud de los actores que se decantan a través de conductas y de una serie de acciones basadas en creencias y cogniciones generales dotadas de una carga afectiva a favor o en contra de un objeto definido que predispone hacia una acción coherente con las cogniciones y afectos relativos ha dicho objeto.
Esto permite observar que la actitud se integra a partir de un engrane o integración de diferentes factores, tales como, componentes cognitivos, afectivos y conductuales.    
[3] Una técnica es un procedimiento o conjunto de procedimientos que tienen un objetivo. El objetivo en términos generales es obtener un resultado determinado.  
El empleo de las técnicas requiere de destrezas manuales como intelectuales, frecuentemente el uso de herramientas y siempre de conocimientos muy variados dentro de un contexto o problemática específica, en donde es necesario identificar, cuál es la técnica que deberá emplearse para resolver una problemática en concreto que permitirá lograr un objetivo en particular.
Por lo tanto, la técnica es parte de un sistema que requiere el desarrollo de diferentes estratos de conocimientos, como son: psicocorporales, cognitivos, emocionales y tecnológicos.    
[4] Con respecto a las habilidades, se puede definir como la capacidad o destreza de una persona para ejecutar adecuadamente una tarea. Adquirir el dominio adecuado de una capacidad implica un proceso de autodisciplina y autoresponsabilidad por lograr dicho dominio.  Esto significa que una habilidad es el grado de una competencia de un sujeto concreto frente a un objetivo determinado.   
[5] La aptitud es el conjunto de habilidades adquiridas, fruto de un proceso de aprendizaje. 
[6] El  ser competente estará definido por ciertas evidencias que muestran de manera concreta las características y el nivel adecuado de desarrollo de las técnicas necesarias para resolver problemas o para satisfacer necesidades, como también el manejo adecuado de las actitudes en ciertas circunstancias.

viernes, 12 de diciembre de 2014

GLOBALIZACIÓN Y GASTRONOMÍA



SEGUNDO TIEMPO: RASGOS DE LA GASTRONOMÍA GLOBALIZADA
Martha Gabriela Bayardo Ramírez

Inicialmente se debe aclarar a grandes rasgos que existe una gran diferencia entre el fenómeno de intercambio que constituyó a todas las gastronomías tradicionales del mundo, que consistió en un “cambalache” cultural equitativo o no, entre diferentes regiones. Hoy el ajuste creativo del encuentro de esta naturaleza conforma nuestro legado histórico que define la identidad de un pueblo.
Lo que ocurre hoy día en la dinámica de la globalización en donde se imprecisan las entidades culturales descontextualizando sus propias formas de expresión o de manifestación epistemológicas del universo y del territorio que los forjo, desdibujan el sentido primigenio de su propia cultura.   
Lo anteriormente señalado es otro factores con implicación en la gastronomía, ya que ocurren cambios incitantes permanentemente que pueden ir imprecisando los límites que se habían trazado en la culinaria tradicional y pudiendo poner en jaque nuestra propia herencia.
Las diferentes novedades en nuestro ámbito, se vislumbra a favor de nuestro quehacer, pero podría llegar a tener consecuencias desafortunadas, sino se asume la responsabilidad de tomar decisiones activamente sobre nuestro legado y contribuir de manera consistente en la problemática social en cuanto a la falta de una adecuada educación gastronómica y sus múltiples consecuencias en términos de la salud pública en México, entre otros temas que se derivan de los malos manejos de los diferentes recursos de nuestras cocinas por falta de ética, de compromiso sustancial con nuestro gremio y social.
Por otro lado, uno de los rasgos generales de la culinaria restaurantera básicamente han sido alimentos o bebidas, elaborados bajo un referente acostumbrado que ha permitido que se cubran diferentes tipos de necesidades según la pirámide de Abraham Maslow.[1]
Pero fue hasta la llegada de la propuesta o la nueva corriente culinaria llamada por algunos de sus seguidores como cocina modernista -fundada inicialmente por Ferran Adrià en elBulli considerado el lugar de la innovación- que el principio esencial de comer para nutrir, se modificó en su orden original: satisfacer el requerimiento del organismo de alimento y bebida.
Hoy día se debe asumir que para ingerir los productos de esta novedosa corriente el orden del continuum de la alimentación[2] se trastoca, ya que la intencionalidad es busca detonar una “nueva” experiencia, que al parecer no necesariamente tiene que ser placentera del todo, según afirman el crítico gastronómico de renombre A. A. Gill: “Muchos platos tenían un punto amargo, incluso aquellos que eran dulces o suaves, como si Ferran no tuviera ninguna intención de consentir al comensal […] Me levanté de la mesa pensando que lo que acababa de experimentar no era tanto una comida sino más bien algún tipo de actuación multisensorial desenfrenada…”[3]  
En razón a lo anterior, se puede afirmar que la ruptura esta creada, dado que la intención inicial de ingerir un alimento se modificó por la premisa de comer para experimentar ¿esto significa que se antepone el hecho de experimentar, por el propósito de nutrir?
Se debe señalar que dicho modelo tiene todos los componentes sólidamente articulados para llegar a esta novedosa propuesta, si se tiene afinidad con esto y se tiene un conocimiento del propio patrimonio se podría llegar a construir un criterio ajustado que permita contar con un referente para decidir de qué forma se puede hacer o una tropicalización de los elementos con el fin de refrescar y reflexionar sobre lo ya dado por nuestra tradición.
En razón de lo anterior, por ejemplo se observan algunas tensión con respecto al uso de algunos componentes industrializados en las cocinas de restaurantes que ofrecen a nivel nacional, internacional o hasta mundial productos íconos de su cultura tradicional a los que se les denuncia que en “la cocina arequipeña no usa Sibaritas, ni Ají-Nomoto, ni otros sobrecitos con saborizantes industriales.”[4]
Cabe señalar que el anterior planteamiento se le atribuye a una consecuencia de la pasividad –posiblemente introyección- frente a la globalización, ya que justamente esos “sobrecitos de productos industrializados” se usaron por primera vez dentro de la cocina española, para hacer una ruptura creativa de la tradición y no con la intensión de preservar el legado.
El poder ejercer y tener acceso a los productos de la propuesta gastronómica de Adrià, debe tener una intención clara para hacer un planteamiento responsable por los actores del gremio. 
Finalmente, la introyección no es sinónimo de tropicalización o pastiche, la diferencia entre estos, es que son formas de enfrentarse al flujo de información de la globalización y sustancial: la decisión consciente y responsable. 
Para ver más opciones https://ungranodefrijolymaiz.blogspot.com/2014/12/
Bibliografía:
Alvarez, Marcelo (Compilador), Las cocinas andinas en El Plata, La crujía, Argentina, 2008.
Andrews, Colman, Reinventar la cocina, Ferran Adrià un viaje incesante por la gastronomía, Phaidon, Inglaterra, 2011. 
 Cítanos: 
Bayardo Ramírez, Martha Gabriela, “Segundo tiempo: Rasgos de la gastronomía globalizada”, Sobre los fogones de México, Distrito Federal, 2014, < http://ungranodefrijolymaiz.blogspot.mx/>

[1] La teoría de Maslow, define un orden en forma piramidal de las necesidades y en su nivel más básico se encuentran las de orden fisiológico como el hambre y la sed, estas necesidades se relacionan directamente con la supervivencia del organismo.
En otro estrato de la pirámide se focaliza la necesidad de la seguridad, que con respecto a nuestro asunto se puede inferir que es por todo aquello que tiene que ver con el derecho a ingerir alimentos y bebidas, buenos por su valor nutricional y su impacto en el bienestar e inocuos para nuestro organismo que es básicamente que exista una garantía de que no hará malas consecuencias por ingerir determinado alimento o bebida.
Con respecto al estadio de la pirámide de necesidad de pertenencia, en nuestro contexto se puede hablar del hecho de compartir la mesa y ser parte de un sistema que afilie a la persona en el buen uso de las costumbres de la cultura gastronómica, desde sus aspectos simbólicos y sicológicos.
El siguiente nivel de la pirámide, es que refiere al nivel en que el individuo puede considerarse valioso ante sí mismo y esto puede ocurrir en la experiencia gastronómica cuando somos capaces de satisfacer las anteriores necesidades de los estratos anteriores bajo nuestros propios recursos y bajo nuestros propios parámetros de belleza, gozo y comodidad.
La cúspide de la pirámide indica la necesidad de mayor superioridad, no por su nivel de importancia para garantizar la supervivencia, sino para establecer las bases de la autorrealización, que en su mayoría de veces es buscar el bien de otros y puede ser el hecho de comenzar a trabajar bajo políticas socialmente responsables dentro de nuestro ámbito o comenzar hacer acciones concretas que promuevan o faciliten salvaguardar, difundir y preservar nuestro patrimonio o apoyando causas nobles que permitan el acceso al consumo de alimentos y bebidas de manera digna de la población menos favorecida de nuestro país.
[2] El continuum de la alimentación se refiere a diferentes etapas de un proceso que inicia con: Estado de “reposo” en el organismo- Estado deficitario o necesidad- Toma de conciencia- Movilización de energía-Inicio del contacto con el satisfactor- Postcontacto.
[3] Andrews, Colman, Reinventar la cocina, Ferran Adrià un viaje incesante por la gastronomía, Phaidon, Inglaterra, 2011, p. 63.
[4] Cornejo, Hernán, “Visión antropológica de la cocina arequipeña,” en Alvarez, Marcelo (Compilador), Las cocinas andinas en El Plata, La crujía, Argentina, 2008, p. 197.