PARTE I: ALGUNOS DATOS QUE SON PARTE DE LAS BASES NATIVAS DE LA
GASTRONOMÍA MEXICANA
Martha
Gabriela Bayardo Ramírez
Tras los indicios del tiempo de los primeros
hombres americanos
Sea cualquiera la
hipótesis certera sobre el origen del hombre americano, es indudable que estos
primeros hombres construyeron las bases para que se generara la diversidad de
culturas que caracterizan a nuestro continente.
Si
nos centramos en la propuesta hipotética de Estrecho de Bering –la de mayor
aceptación de los estudiosos en la materia-, resultan significativas “las
evidencias más antiguas de México, está formada por los restos de 41 individuos.[1] Esta muestra abarca un periodo de más
de 10 000 años, aunque todos presentan características físicas de grupo de
filiación asiática, lo que refuerza las teorías sobre el origen asiático del
hombre americano”,[2] pero también se asegura que estos hombres nómadas
no trajeron consigo elementos culturales que se presuma propias de Asia, y que posteriormente
hayan sido utilizadas para el desarrollo de las nuevas culturas que llegaran a germinar
en América.
También
se sabe que desde estos tiempos el hombre[3] ya
tenía una incidencia importante en el medio ambiente en cuanto se refiere a la
caza, estos cambios los registran los estudiosos en la transición del
Pleistoceno al Holoceno.[4] Estas
evidencias, seguramente proporcionan bases para idear o imaginar la posible
apariencia de estos primeros hombres, que al recombinarse genética y
culturalmente dieron como resultado las bases para constituir la América con su
rica diversidad cultural.[5]
En
términos generales para el estudio de los tiempos de la prehistoria según José
Luis Lorenzo,[6] es importante ordenar el
tiempo en periodos a partir de identificar sus características más comunes, y en
términos de nuestra materia las etapas y características de las mismas son:
Etapas de estudio
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·
Para el Pleistoceno se comprende por el Lítico
y el Holoceno se divide en Protoneolítico y Mesoamérica.
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·
El Lítico se subdivide en Arqueolítico y
Cenolítico que se divide en Superior e Inferior.
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·
El Holoceno, específicamente en Mesoamérica en
Preclásico, Clásico y Posclásico.
|
Características de los hombres con respecto a las actividades de
supervivencia
|
·
Del Arqueolítico: Recolectores-cazadores.
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·
El Cenolítico Superior: Domesticación del
Maíz.
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·
El Protoneolítico: Recolectores-cazadores que
cultivan plantas.
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·
El Mesoaméricano en sus tres etapas:
Agricultores sedentarios.
|
A grandes rasgos se
sabe que en un “80% de nuestro pasado no se practicó el cultivo de las plantas”[7]
-el establecimiento de un paradigma dentro de las incipientes culturas era más mesurado
que hoy día- y durante este largo periodo hubo el tiempo suficiente para que de
alguna manera, se diera un proceso de unificación con respecto a los medios o
técnicas practicadas para la obtención de alimentos.
Por
otro lado, los hallazgos ocurridos en cada una de estas etapas, no dejaron una
evidencia o registro en términos históricos, pero sí lo hacen para el
desarrollo evolutivo, dado que cada
aportación de los primeros exploradores seguramente fue un aprendizaje importante en términos de la supervivencia de los seres humanos que les descendían y que pudieron avanzar
en el aprendizaje de su medio, que en términos de nuestro interés, las culturas
son posibles a medida de que puede practicarse la agricultura que inicia justo
con la domesticación de las plantas, basado en la selección de las mejores
semillas, para unificar y mejorar cosechas que terminarán repercutiendo en perfeccionar
el gusto de la comida, dado que la domesticación –de plantas y animales- y la
cocción van de la mano en nuestro estudio de los rasgos culinarios indígenas de
México, en donde se deberá considerar la mayor cantidad de información posible
de su extenso territorio, que en términos de estudio será Aridoamérica, Oasisamérica
y Mesoamérica.[8] [9]
Continuará...
Cítanos:
Bayardo Ramírez, Martha Gabriela, “Parte I: Algunos datos que son parte de las bases nativas de la gastronomía mexicana”, Sobre los fogones de México, Distrito Federal, 2014, <http://ungranodefrijolymaiz.blogspot.mx/>
Cítanos:
Bayardo Ramírez, Martha Gabriela, “Parte I: Algunos datos que son parte de las bases nativas de la gastronomía mexicana”, Sobre los fogones de México, Distrito Federal, 2014, <http://ungranodefrijolymaiz.blogspot.mx/>
FUENTES
Bibliografía
Arizpe Schosser,
Lourdes, El Patrimonio Cultural
Inmaterial de México, ritos y festividades, Porrúa, Universidad Autónoma de
México, Crim, 2010.
Buenrrostro, Marco
y Barros, Cristina, La cocina
prehispánica y colonial: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes,
México, 2001.
Coe, D, Sophie, Las primeras cocinas de América: Fondo
de cultura Económica, México, 2004.
De Sahagún,
Bernardino, Historia General de las Cosas
de Nueva España, Porrúa, México, 2006.
Frager, Robert y Fadiman,
James, Teorías de la personalidad, 2da
Edición, Alfaomega y Oxford, México, 2007.
Long, Janet, Conquista y comida, consecuencia de dos
mundos, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 2012.
López Austin,
Alfredo y López Luján, Leonardo, El
pasado indígena, Fideicomiso Historia de las Américas, Fondo de cultura
económica y el Colegio de México, México, 2000.
López Austin,
Alfredo y Millones, Luis, Dioses del
norte, dioses del sur, religiones y cosmovisión en Mesoamérica y los Andes:
Era, Distrito Federal, 2010.
Hemeroteca
Arqueología
mexicana, El maíz catálogo visual,
Edición especial, núm. 38, marzo 2011.
Artes de México, Deidades del panteón mexica del maíz,
núm. 79, s.a.
Álvarez-Buylla
Roces, Elena y Carreón García, Areli y Vicente Tello, Adelita, Haciendo Milpa, la protección de las semillas y la agricultura campesina,
Universidad Autónoma de México, Primera impresión, 1 de agosto de 2011, México,
2011.
Cítanos:
Bayardo Ramírez,
Martha Gabriela, “Parte I: Algunos datos que son parte de las bases nativas de la gastronomía
mexicana”, Sobre los fogones de México, Distrito Federal, 2015, <
http://ungranodefrijolymaiz.blogspot.mx/>
[1] “La
evidencias de los pobladores más antiguos de México […] van desde una pieza
dentaria, como el molar de la cueva de Los Grifos, en Ocozocouautl, Chiapas, y
el de Tepexpan II [el individuo mide 1.70 m], en el Estado de México, hasta el
esqueleto completo de Chimalhuacán Estado de México [. Se trata de 24
hallazgos, de los cuales han sido accidentales y 16 producto de la exploración;
la mayoría de ellos pertenecen al centro de la República Mexicana. El primero
de eso hallazgos fue el del Peñón I, en 1884, y el más reciente es el de
Chimalhuacán, en 1985.” Serie histórica de la arqueología en México I, Arqueología mexicana, México, Vol. IX,
Bimestral, Núm. 52, 2001, p. 47.
[2] Ibidem., p. 40.
[3] “Si bien
se cuanta con pocos estudios de esta época prehistórica en México, si se cuenta
con hallazgos hechos sobre los restos humanos que dan testimonio de la
presencia de los primeros hombres de América, en sitios como el territorio en
donde se encuentra la cuenca más grande de la geografía contemporánea de
México, el lago de Chapala y Zacoalco,
Jalisco, la Cuenca de México y en San Luis Potosí”. Mirambell S., Lorena, “Arqueolítico y Cenolítico Inferior
(30000-7000 A.C.)”, Ibidem, p. 47.
[4] Polaco,
Óscar J. et alius, “El ambiente
durante el poblamiento de América”, Ibidem,
p. 33.
[5] Un ejemplo de esto, son las evidencias de los hombres que se
desplazaron hacia la península de la sierra de Baja California, teniendo como
registro de esta presencia arte rupestre peninsular (Vid, Anexo VII: Pinturas del arte rupestre mexicano de San
Francisco, pp. 53-54.) utilizando dos técnicas básicas: “el petroglifo o
petrograbado y la pintura. La cueva La Pintada, en la sierra de San Francisco,
tiene representaciones humanas y de animales, principalmente venados, berrendos
y borregos cimarrones, aunque también hay fauna marina. En oposición a las
actitudes dinámicas de los animales, las figuras humanas son estáticas. El arte
rupestre del cerro Los Soldados, sitio con petroglifos que representan figuras
humanas estilizadas, se localiza en una zona de malpaís, en las planicies
desérticas aledañas a la vertiente austral de la sierra de San Francisco. En
Baja California, las pinturas rupestres fueron plasmadas en el interior de
cuevas poco profundas, lo cual, aunado a la excelente fórmula de la pintura, ha
permitido que perduren hasta nuestros días. [Por otro lado], en ocasiones, los dardos
o flechas clavados en los animales representados asumen valores simbólicos
adicionales, como portadores de potencia o “espíritus asistentes”, en la Cueva
La del Soldado, sierra de San Francisco, entre otras tantas como las de San
Borjita o el de la Trinidad.” Gutiérrez Martínez, María de la Luz, ”Entre
Desiertos, mares y montañas, el paisaje ritual de los antiguos californianos, Serie
histórica de la arqueología en México I, op.
cit., p.p. 59-61.
[6] López Austin, Alfredo et alius, El pasado indígena, Fideicomiso Historia de las Américas, México, Fondo de cultura económica y el Colegio de México, 2000, p. 23.
[7] Ibidem, p. 19.
[8] Es
importante comprender, por cuestión de estudio, la organización en la división
que se propone con la intensión de integrar diversas características de
diferentes étnicas, estos periodos comprenden El Preclásico Temprano (2500 a.C. - 1200 a.C.), El Preclásico Medio y
Preclásico Tardío (1200 a.C. - 200 d.C.), El Clásico (200 d.C. - 900 d.C.), El
Posclásico (900d.C - 1500 d.C.). Estos periodos son lo que están
comprendidos por López Austin Alfredo
y López Luján Leonardo y por otros
estudiosos de la materia. López Austin, Alfredo et alius Millones, Luis, Dioses del norte, dioses del sur, religiones
y cosmovisión en Mesoamérica y los Andes, op. cit., p. 18.
[9] Vid, Anexo III: Cuadros sinópticos de
Aridoamérica, Oasisamérica y Mesoamérica, p. 17.
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