martes, 29 de abril de 2014

GASTRONOMÍA MESOAMERICANA

LA GASTRONOMÍA ESPIRITUAL PREHISPÁNICA: UN REFERENTE ÉTICO Y ESTÉTICO
Martha Gabriela Bayardo Ramírez

Este ejercicio de reflexión se hizo con la intensión de arrancarle a la vida burguesa, la gastronomía que es una de las cunas de la evolución humana, y no sólo una bonita mesa gourmet. Esto también apela a encontrar vías que tracen caminos que nos conduzcan a facilitar la conciencia colectiva de pertenecer a nuestra tierra plagada de dioses y trascendencia en donde ¡sí importa nuestra falta de compromiso y respeto a la diversidad cultural y biológica!
Las cocinas sagradas de diferentes culturas, son una manifestación multifactorial que le confiere por un lado un estrato universal y otro único o específico para cada cultura en donde se recrea el sistema de creencias propias, como también elementos del inconsciente colectivo[1] de Carl Gustav Jung; esto se observa en cada alimento nativo de América cargado de diversos significados.
Para los gastrónomos contemporáneos, podría ser un referente la cultura religiosa de Mesoamérica que se expresa en forma de alianza espiritual entre los dioses, la naturaleza y los hombres, en donde destaca la fertilidad como la principal condición para conformar el sentido anímico que constituyo dicha alianza y que da un sentido ético y estético, por el bien que se afirmaba al vivir bajo el paradigma anteriormente señalado.   
Por tal, resulta inconcebible dejar fuera la búsqueda de lo que generó el sentido gastronómico de la cultura azteca; donde cabe mencionar que el sacrificio humano expresado de diversas formas y las diferentes manifestaciones de ofrendas, son piezas reveladoras del poder integral, profundo y transcendental que representaban los alimentos que nutren el cuerpo y el espíritu, según se puede dilucidar en los registros realizados por Sahagún en su obra Historia General de las Cosas de Nueva España,[2] en donde destaca el sentido de una dialéctica mito-rito en la vida cotidiana como extracotidiana de éste pueblo, en donde los alimentos y su preparación adquieren diferentes significados.
A continuación algunos ejemplos de lo señalado anteriormente:


Finalmente no es exagerar, si se afirma que descuidar la biodiversidad de nuestra tierra, la producción agropecuaria, la selección y el consumo de alimentos oriundos de nuestro país, es una forma de desdibujar nuestro legado y contradecir nuestra figura cultural y existencial ante el mundo y ante nosotros mismo. 
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FUENTES
Bibliografía
Buenrrostro, Marco y Barros, Cristina, La cocina prehispánica y colonial: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México, 2001.
Coe, D, Sophie, Las primeras cocinas de América: Fondo de cultura Económica, México, 2004.
Chomski, Débora, La cocina sagrada, Recetas de las tradiciones islámicas, budista, hindú y judía: Alba, Barcelona, 2009.
De Sahagún, Bernardino, Historia General de las Cosas de Nueva España: Porrúa, México, 2006.
Frager, Robert y Fadiman, James, Teorías de la personalidad, 2da Edición: Alfaomega y Oxford, México, 2007.
López Austin, Alfredo y López Luján, Leonardo, El pasado indígena: Fideicomiso Historia de las Américas, Fondo de cultura económica y el Colegio de México, México, 2000.
López Austin, Alfredo y Millones, Luis, Dioses del norte, dioses del sur, religiones y cosmovisión en Mesoamérica y los Andes: Era, Distrito Federal, 2010.
Hemeroteca:
Arqueología mexicana, El maíz catálogo visual, Edición especial, núm. 38, marzo 2011.
Artes de México, Deidades del panteón mexica del maíz, núm. 79, s.a.
Álvarez-Buylla Roces, Elena y Carreón García, Areli y Vicente Tello, Adelita, Haciendo Milpa, la protección de las semillas y la agricultura campesina, Universidad Autónoma de México, Primera impresión, 1 de agosto de 2011, México, 2011.
Cítanos:
Bayardo Ramírez, Martha Gabriela, “La gastronomía espiritual prehispánica: un referente ético y estético”, Sobre los fogones de México, Distrito Federal, 2014, < http://ungranodefrijolymaiz.blogspot.mx/>



[1] “Inconsciente colectivo, Centro de todos los materiales psíquicos que no tienen por origen la experiencia personal. Se extiende a todas las culturas y a todas las épocas. Es una entidad psicológica innata que confiere estructura al desarrollo del individual y contiene la herencia de la evolución espiritual humana. Frager, Robert y Fadiman, James, Teorías de la personalidad, 2da edición: Alfaomega y Oxford, México, 2007, p. 99.
[2] Sahagún, Bernardino, Historia General de las Cosas de Nueva España: México, Porrúa, 2006.
[3] Linares, Edelmira y Bye, Robert, “¡La milpa no sólo es maíz!”, en Álvarez-Buylla Roces, Elena y Carreón García, Areli y Vicente Tello, Adelita, Haciendo Milpa, la protección de las semillas y la agricultura campesina, Universidad Autónoma de México, 1 de agosto de 2011, México, 2011, p. 9.
[4] Buenrrostro, Marco y Barros, Cristina, La cocina prehispánica y colonial, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México, 2001, p. 17. 
[5] Artes de México, “Deidades del panteón mexica del maíz”, en Artes de México, Mitos del maíz, núm. 79, s.a., México, p.p. 16-17.
[6] Sahagún, Bernardino, op, cit, p. 387.
[7] Sahagún, Bernardino, op, cit., p. 200.
[8] Coe, D, Sophie, Las primeras cocinas de América: Fondo de cultura Económica, México, 2004, p.p. 168-169.
[9] Sahagún, Bernardino, op, cit., p. 271.
[10] Buenrrostro, Marco y Barros, Cristina, op, cit., p.p. 18-19.
[11] Sahagún, Bernardino, op, cit., p. 222.
[12] Ibídem, p. 220.
[13] Ibídem, p. 151.
[14] Después de que la partera decía: “¡Oh madre suya, recibe a esta niña, que te entregamos! […] se regocijan, y comen y beben el octli o vino de esta tierra.” Ibídem, p. 383.
[15] Ibídem, p. 203.
[16] Ibídem, p. 161.
[17] Coe, D, Sophie, op, cit., p. 255.
[18] Muñoz Zurita, Ricardo, Larousse diccionario de la gastronomía mexicana: Larousse, México, 2012, p. 27.

domingo, 13 de abril de 2014

GASTRONOMÍA RITUAL PREHISPÁNICA

GASTRONOMÍA ESPIRITUAL MEXICANA: CONSUMO DE ALIMENTOS SAGRADOS
Martha Gabriela Bayardo Ramírez

En el presente texto se abordarán aspectos de la cosmovisión, la cosmogonía y los rituales de la vida cotidiana del México prehispánico desde una perspectiva gastronómica; para ello es necesario considerar dialécticas que van más allá de las pulsiones[1] humanas y que en la actualidad no consideramos en las mesas gourmets. Nos interesan aquellos aspectos que nos ayuden a comprender el ámbito en el que se desarrollaba la gastronomía espiritual mexicana.[2]
La gastronomía espiritual[3] se desarrolló en el periodo prehispánico y en ella confluían diversos factores, como los usos y costumbres alrededor de la mesa de los pueblos mesoamericanos, así como la religión y la política, que se decantaban en rituales en los que figuraban alimentos que tenían un estatus sagrado; como se sabe, el corazón de la cultura religiosa de Mesoamérica estaba constituido por la alianza de los dioses con los hombres a través de la naturaleza que proveía los alimentos.


 
Esta tríada da como consecuencia la fertilidad[4] como una cualidad protagónica del sentido espiritual tanto de los dioses como de los hombres; por esta razón, dejar fuera la fertilidad que da sustento tanto a hombres como a dioses es tanto como perder el sentido gastronómico de aquellas culturas.
A continuación presentamos algunos rasgos de los alimentos sagrados:
1. Los alimentos sagrados eran destinados a ofrendas para los dioses, quienes recibían como alimento diversos productos, como
el humo de resinas aromáticas (copal o pom) y de tabaco, las primicias de las cosechas, los perfumes de las flores, el aroma de las viandas y los cuerpos de codornices, guajolotes, serpientes, mariposas y otros animales. En todas las esferas de culto era habitual la ofrenda de sangre de los fieles. El sacrificio humano es una pieza significativa que revela que nunca disocian el poder profundo y transcendental de su relación con los alimentos, como muestra de la dialéctica mito-ritual.

2. Los alimentos sagrados de origen humano, como la sangre, eran los más valiosos; por ello el sacrificio era frecuente. “Los devotos se punzaban los molledos, se traspasaban lengua, pene y orejas, o herían sus párpados para entregar a los dioses tanto su sangre como los instrumentos del autosacrificio. El alimento más preciado, sin embargo, era la vida del hombre (Ilustr. IX).”[5]
3. Los alimentos destinados al estatus de sagrado podían ser consumidos de manera cotidiana, pero su consideración en la relación alimento-ser humano estaba asociada de alguna manera con ese nivel. Ejemplos de este tipo de alimentos son el maíz, el agave y el amaranto, entre otros. Estos alimentos,[6] que aunque podrían ser el “pan nuestro de cada día”, desempeñaban un papel muy significativo en cuanto a su valor nutricional en dos sentidos: el del aporte nutrimental y el que poseían en el plano metafísico o trascendental, no sólo como alimentos para los dioses sino también como parte de las ofrendas a otros sacrificados, según Salvador Guilliem Arroyo.
[...] la colocación de cráneos como ofrendas decapitadas a otros individuos sacrificados y dispuestos en espacios distintos al primigenio, adquiría un valor semántico distinto, alternando con objetos manufacturados de diversas materias primas o con aquellos productos naturales que no fueron transformados, como olotes, semillas, calabazas, nopales, animales, etc., partes humanas como la cabeza, pies, piernas, columna vertebrales, torsos, manos, mandíbulas dispuestas a manera de ofrendas a otros individuos, o bien a espacios de la arquitectura del núcleo ceremonial o de la periferia urbana.[7]

4. Existían alimentos sagrados que no eran parte de la dieta, es decir, no eran consumidos para garantizar la supervivencia de los pueblos, como los psicotrópicos, hongos, raíces y plantas; su consumo se destinaba a otros objetivos.
Se tiene noticias de otro tipo de alucinógenos, como hongos secos y pulverizados, bufotenina, ciertas sustancias obtenidas de la concha Spondylus y de diversas flores. No obstante, los chamanes y sacerdotes mayas podían prescindir de ellas, pues por medio del ayuno prolongado combinado con la abstinencia sexual, danzas con música monocorde y autosacrificio podían llegar a estados de trance semejantes a los que se alcanzaba por medio de los psicotrópicos. El fin de esos ritos era obtener consejo, protección o sanción política de los dioses o antepasados divinizados, quienes aparecían entre fauces de una serpiente descarnada o semidesollada que abría su hocico para “dar a luz” la visión. La serpiente de las apariciones, que se erguía entre el humo de las ofrendas quemadas, era símbolo de nacimiento de los seres sobrenaturales en el mundo de los hombres.[8]

5. El consumo de los alimentos sagrados se efectuaba de acuerdo con un protocolo desarrollado en un tiempo concreto, en una hora del día y una fecha específica del calendario, y también de una manera especial, como las bebidas alcohólicas, el tabaco, el chocolate espumado y la carne humana.
En este mes [ocho de enero], como está dicho arriba, comían tamales por todos los pueblos y en todas las casas, y toda la gente, y convidábanse los unos a los otros con ellos [...], y también ofrecían al fuego cada uno en su casa cinco huauhquiltamalli, puestos en un plato, y también ofrecían sobre las sepultura de los muertos, adonde estaban enterrados, a cada uno un tamal; esto hacían antes de ellos comiesen de los tamales. Después comían todos y no dejaban ninguno para otro día; esto por vía de ceremonia.[9]

Así, se puede colegir que los temas concernientes a la gastronomía prehispánica van más allá de una lista de productos endémicos, utensilios y técnicas o recetas de preparación de alimentos.

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BIBLIOGRAFÍA
Gonzalbo Aizpuru, Pilar (coord.), Historia de la vida cotidiana en México, I Mesoamérica y los ámbitos indígenas de la Nueva España, México: El Colegio de México y Fondo de Cultura Económica, 2004.
López Austin, Alfredo y López Luján, Leonardo, El pasado indígena, México: Fondo de Cultura Económica y El Colegio de México, 2000.
López Austin, Alfredo y Luis Millones Santagadea, Dioses del norte, dioses del sur, religiones y cosmovisión en Mesoamérica y los Andes, México: Era, 2008.
Sahagún, Bernardino de, Historia general de las cosas de Nueva España: México, Porrúa, 2006.

Cítanos:
Bayardo Ramírez, Martha Gabriela, “Gastronomía espiritual mexicana: consumo de alimentos sagrados”, Sobre los fogones de México, Distrito Federal, 2014, < http://ungranodefrijolymaiz.blogspot.mx/>





[1] Una pulsión es la fuerza derivada de las tensiones somáticas en el ser humano y de las necesidades del ello; en este sentido las pulsiones se ubican entre el nivel somático y el nivel psíquico. Así como las pulsiones carecen de objetos predeterminados y definitivos, también tienen diferentes fuentes y por ello diversas formas de manifestación, entre ellas la pulsión de vida o eros; la pulsión de muerte o tánatos; las pulsiones sexuales, la pulsión de saber.
[2] Se define como gastronomía espiritual en tanto se busca retomar el sentido esencial de los ritos que buscan religarnos como un medio para acceder a un nivel de conciencia superior a la ordinaria, con el objetivo de transformarnos en seres humanos plenos.
[3] El desafío es intentar acercarnos al laberinto que conlleva esta gastronomía a la que llamamos espiritual, dada su complejidad y el nivel de desarrollo o estrato de recreación para la que fue gestada, según lo que sugieren las diferentes fuentes consultadas, y que marcan un sentido de relación de una compleja red de aristas: militares, políticas, económicas, culturales, los usos y costumbres que esculpen la idiosincrasia y la identidad, tanto de cada individuo como de cada pueblo que compartían un elemento que las unificaba primordialmente: el maíz.
[4] Mi madre me contó un cuento llamado los “Mensajeros del Sol”, y éste versa sobre la fecundidad que se inicia cuando el sol se encuentra en el cenit y la diosa Tierra la recibe a través Tláloc [Dios del agua], pero para que ocurra esta bendición es necesario que los hombres pájaro elevan su invocación a la Rosa de los Vientos y cuando ésta los escucha, los hombres caen sobre la tierra trayendo el sol y la lluvia.  
[5] López Austin, Alfredo y Luis Millones Santagadea, Dioses del norte, dioses del sur, religiones y cosmovisión en Mesoamérica y los Andes, México: Era, 2008, p. 119.
[6] Estos alimentos bien podían llegar a ser para todos, pero al adquirir la connotación de sagrados no cualquiera podía manipularlos.
[7] López Austin, Alfredo y Leonardo López Luján, El pasado indígena, México: Fondo de Cultura Económica y El Colegio de México, 1996, p. 285.
[8] Gonzalbo Aizpuru, Pilar (coord.), Historia de la vida cotidiana en México, I Mesoamérica y los ámbitos indígenas de la Nueva España, México: El Colegio de México y Fondo de Cultura Económica, 2004, p. 111.
[9] Sahagún, Bernardino de, Historia General de las Cosas de Nueva España, México: Porrúa, 2006, p. 150.